Cataratas Argentinas

Cataratas Argentinas
"La patria, es mi infancia"
Lo que sucede a diario, relatos de lo cotidiano, de lo fantastico. Los anhelos, los recuerdos, lo que vemos, escuchamos, tocamos, degustamos, olfateamos.
La vida, el amor, la musica, los colores.

El llanto, la risa, los estímulos, las criticas.
La amistad, el futbol, la niñez.

Perico

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jueves, 29 de abril de 2010

Condición del amor


Un día como hoy de 1936 nació en Buenos Aires Alejandra Pizarnik.
Obtuvo su título en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires y posteriormente viajó a Paris hasta 1964 donde estudió Literatura Francesa en La Sorbona y trabajó en el campo literario colaborando en varios diarios y revistas con sus poemas y traducciones de Artaud y Cesairé, entre otros.

Es una de las voces más representativas de la generación del sesenta y está considerada como una de las poetas líricas y surrealistas más importantes de Argentina.
Dejó como legado una vasta obra, a pesar de su corta vida; un extenso poemario, así como muchos relatos cortos surrealistas y alguna breve novela.

Algunas de sus obras más destacadas son:

La Tierra más ajena
La última inocencia
Las aventuras perdidas
Árbol de Diana
Los trabajos y las noches
Extracción de la piedra de locura
El infierno musical

En 1972 falleció en Buenos Aires como consecuencia de una profunda depresión.

"Condición del amor"

Un rostro frente a tus ojos que lo miran y por favor: que no haya mirar sin ver.

Cuando miras su rostro –por pasión, por necesidad, como la de respirar– sucede, y de esto te enteras mucho después, que ni siquiera lo miras. Pero si lo miraste, si lo bebiste como sólo puede y sabe una sedienta como tú. Ahora estás en la calle; te alejas invadida por un rostro que miraste sin cesar, pero de súbito, flotante y descreída, te detienes, pues vienes de preguntarte si has visto su rostro.

El combate con la desaparición es arduo. Buscas con urgencia en todas tus memorias, porque gracias a una simétrica repetición de experiencias sabes que si no lo recuerdas pocos instantes después de haberlo mirado este olvido significará los más desoladores días de búsqueda. Hasta que vuelvas a verlo frente al tuyo, y con renovada esperanza lo mires de nuevo, decidida, esta vez, a mirarlo en serio, de verdad, lo cual, y esto también lo sabes, te resulta imposible, pues es la condición del amor que le tienes."

"Alejandra Pizarnik"
Paris, Mayo de 1962

miércoles, 28 de abril de 2010

Intentar







La otra noche fui al acto de graduación de mi hija mayor.
Mucho discurso convencional de autoridades, profesores y alumnos del Establecimiento educativo.
En un momento del evento una profesora dijo “Lo importante es cumplir los objetivos”. El acto siguió normalmente para todos menos para mí.
Mi mente no paro de edificar cuestionamientos a esta frase sumamente desatinada, a mi modesto modo de ver, emitida por la profesora, ya que, como de costumbre, estoy en desacuerdo con estas cuestiones que emanan de las autoridades de todo tipo, que gobiernan las actividades de los habitantes de nuestra comunidad.

Me dije una y mil veces “lo importante es intentar cumplir los objetivos”. Después si se llegan a consumar o no, es otra cuestión. Lo sustancial es pretender algo y llevar a cabo lo humanamente posible para lograrlo, independientemente del resultado.


Al fin y al cabo esto es solo un pensamiento sin importancia.

domingo, 11 de abril de 2010

Domingo 9 am


Son las 9 de la mañana de un domingo soleado, templado, hermoso.
Mis hijos duermen su cuerpitos, mi amor reposa tratando de lograr el equilibrio que la ayude a transitar la semana, mis amigos dispersan sus acciones, algunos sus inacciones.
Yo estoy en mi lugar; bajo el nogal que resiste temerariamente a perder su caudal de hojas, debido a lo cual me gratifica con su fresca sombra inimitable.


Los perros Jack y Carturo descansan en sus improvisados camastros, sus miradas nobles, honradas, profundas, honestas, curiosas, dignas, perrunas me enternecen. Las gallinas pujan por abrir las puertas de su encierro, para picotear las miguitas de pan arrojadas a su encuentro, producto del sobrante alimenticio de la semana.

El tobogán espera a los chicos, aguarda paciente que los mocitos se trepen por su escalera y se arrojen en su lustrosa madera hacia el cajón de arena.
El sol está alto, veo la calle, no la transita nadie. Son las 9 y 10 de un domingo cualquiera; soleado, templado, hermoso.
El silencio me acaricia con su aliento fresco. Chupo un mate, lo percibo fuerte, imperial.
Me siento bien, muy reconfortado; hasta que el escape de una moto irrumpe en el ámbito que habito dejando una estela de regatón que inmediatamente me impulsa a cerrar el cuaderno con espiral marca Gloria, para dirigirme hacia el garaje, sacar el coche y comenzar lavarlo.