Cataratas Argentinas

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"La patria, es mi infancia"
Lo que sucede a diario, relatos de lo cotidiano, de lo fantastico. Los anhelos, los recuerdos, lo que vemos, escuchamos, tocamos, degustamos, olfateamos.
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El llanto, la risa, los estímulos, las criticas.
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Perico

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jueves, 8 de octubre de 2009

¡Es un crimen perfecto! (Capitulo Uno)


Un cuento, gestado bajo la agradable inspiración brindada por mis amigos Pablo R. y Fernando G. junto a sus respectivas parejas de entonces. Vaya también extensivo el reconocimiento a Alfredo “el director ingles” y a Mar del Plata, la ciudad en que siempre quise y aún anhelo vivir, la que transite tantas veces junto a la grata compañía de mi papá.

¡Es un crimen perfecto!

Capitulo I

La ciudad de Mar del Plata vivía un frío domingo de primavera. Pablo se disponía a mirar la primera serie de la carrera de Turismo de Carretera en la TV del comedor; también se iba a saborear unos sabrosos mates, cebados por su esposa Georgina; que esa mañana se la notaba muy inquieta y silenciosa; cosa que en ella no era habitual. Cuando le cebó el segundo mate, no soporto más, se interpuso entre su marido y la TV, manifestando de forma impetuosa.
- Algo anormal está sucediendo entre Fernando y su esposa Diana.
Se refería al matrimonio del 4 C. El edificio que habitaban ambas parejas tenía 10 pisos, con 5 departamentos por cada uno de ellos, de los cuales solo el 10% estaba con gente todo el año; el resto lo ocupaban en forma ocasional, o en época estival, en que algunos se alquilaban. Fernando y Diana eran vecinos desde hacía un año; él era químico; mutaba de trabajo en trabajo; por lo tanto periódicamente cambiaban de ciudad, mudándose de un lado a otro, peregrinando por distintas factorías e industrias que requerían de sus servicios. Ella era simplemente ama de casa, y por cierto muy mona.
- ¿A que se debe ese comentario? - Preguntó Pablo de mala gana.
- Asomáte a la ventana, y mirá con tus propios ojos lo que está sucediendo.
- ¿Qué está sucediendo?. - Volvió a interrogar sin mucho ánimo Pablo.
- Pero hombre…, no ves que ese truhán está preparando de modo frenético y con gran apuro, la mudanza. Hace días que no tengo noticias de Diana. Es como si se la hubiera tragado la tierra. No hay rastros de ella.
Georgina hablaba y parecía desencajada.
- ¿Qué me querés decir? – Pablo preguntó de manera enérgica.
- ¡Esto es muy sospechoso!. – Afirmaba de forma ampulosa Georgina.
- Sigo sin entender lo que querés insinuar.
Al comentar esto Pablo hacia una mueca con su maxilar, lo extendía hacia delante, de manera que su labio inferior tapaba al superior, acentuando su imagen de incredulidad.
- No te das cuenta que el bruto de Fernando seguro que la mató… , por eso decidió mudarse repentinamente, sin avisar a nadie.
- ¿Que decís?, ¡perdiste el juicio!. Bajá un cambio, de donde sacaste eso. Si ellos son como gitanos, que viven un tiempo acá, y luego chau, se mudan a otro lugar; como fuimos nosotros antes de radicarnos definitivamente en Mar del Plata; lo sabés, tarde o temprano se iban a mudar a otra ciudad.
Pablo era arquitecto, viajó junto a su mujer y su hijo por varias ciudades del país, construyendo petit hoteles; hasta que hace aproximadamente una década se afincaron de forma definitiva en Mar del Plata. Su único hijo Joaquín, se fue a vivir a España, donde se casó. Hasta allí fueron en una oportunidad, a pasar las pascuas; a su vez su hijo y nuera vinieron a veranear en algunas ocasiones, pero con el tiempo dejaron de frecuentarse, hasta la actualidad, en que la distancia se hizo tanta, que ya ni intercambiaban cartas; la relación entre padres e hijo se torno más que intransigente, se hizo nula.
A pesar de lo que le había manifestado Pablo, su esposa seguía pensando en la tesis homicida, por lo cual, a continuación sugirió a su esposo, en un tono que se asemejaba a una súplica, que bajara a conversar con su “amigo” Fernando; el cual dirigía animadamente la carga de muebles y bártulos al furgón de mudanzas. Pablo aceptó de mala gana, refunfuñando, pero hacia allí se dirigió, definitivamente perdiendo toda posibilidad de continuar viendo su amado TC, que para esos momentos largaba la segunda serie.
En la calle ambos hombres se pusieron a conversar de manera muy afectuosa y animada; mientras esto sucedida, Pablo sentía como la mirada de su esposa se clavaba en su espalda.
Fernando era un hombre robusto, algunos años menor que Pablo; hacía todos los días complementos de pesas en el gimnasio próximo a su hogar, en el que con mucha disciplina y continuidad, jornada tras jornadas, se dedicaba a ejercitar minuciosamente los músculos de sus extremidades superiores, lo cual, a través de los años le dió una tonacidad muscular muy importante. Por primera vez Pablo pensó en el contraste que existía entre lo fortachón que era Fernando y la endebles de Diana, que era menuda.
Por fin Pablo pregunto si se mudaba definitivamente.
Fernando respondió con suma amabilidad, que su nueva morada ya estaba elegida, era Mendoza; mientras la nombraba, Mendoza…, suspiraba con suficiencia, y comentaba que lo esperaba la industria vitivinícola que tanto lo seducía. Empezó a referirse a su próxima labor, cuando Pablo abruptamente lo interrumpió con una pregunta.
- ¿Y Diana, dónde está?
- Ella se adelantó con el coche, primero fue a Buenos Aires a visitar a algunos amigos, ya que ahora vamos a estar más lejos, no vamos a poder corrernos seguido a la Reina del Plata; luego siguió rumbo a la tierra del buen sol y del buen vino. Ja ja.
Pablo lo sentía raro, dado que Fernando nunca había sido tan vervorrágico como en esta ocasión, en que abundaba en detalles y se preocupaba por comentar cosas, que apenas conociéndolo, no eran habituales en él. Fernando continuó explicando.
- Pasados unos días, después de establecernos de forma adecuada en Mendoza, Diana va a llamar a Georgina, ya que la buscó para despedirse el jueves pasado, pero no tuvo éxito, no la ubicó en tu casa, ni por teléfono.
Fernando siguió tertuliando amistosamente sin interrumpir su faena, que consistía en acomodar los bultos, que le alzaban los changarines, en el gran camión de mudanzas que lo trasladaría a Mendoza. Ambos recordaron inolvidables momentos vividos en éste último año. Una vez concluida la faena de carga se despidieron de forma muy efusiva y cariñosa.
- Pronto los voy a invitar a Mendoza a ver la carrera de TC, te espero a vos y a Georgina. A propósito, muchos cariños a tu mujer.
Por fin Fernando marchó en el gran camión junto al chofer del mismo.
Pablo subió a su departamento. No bien ingresó al mismo, lo esperaba Georgina, que parecía estar al borde de la histeria. Le contó minuciosamente en que consistió la prolongada charla que tuvo con Fernando, mientras se sentaba a disfrutar la final de la carrera de TC.
Georgina afirmaba que Fernando era un homicida malicioso, estaba segura que en el interior del roperito de caoba, que cargó con tanto cuidado y esmero, se encontraba el cadáver de la pobre Diana destrozada por los golpes del bruto. Luego siguió comentando.
- Aparte desde cuando nos va a invitar a ver TC, si odia el automovilismo, no perdería ni un segundo en ver carreras de autos, en cambio sí nos invitaría a ver box, ves ahí, le creería. Siempre fue un animal, un bruto.
Continuaba con su monologo.
- Si antes del martes no tengo noticias de Diana, voy a hacer la denuncia a la policía; así lo buscan, y lo encierran para siempre, a ese matador.
- Pará un poco. Tranquilizáte, las cosas se van a aclarar, ya vas a ver, paciencia.
Por el resto del día no se habló más del asunto, por lo que Pablo se relajó un poco; disfrutó de la victoria en TC, de Mouras y su dodge, del que era hincha, por sobre el de Castellanos.
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Continúa en próxima entrada ...

4 comentarios:

M. de Floresta dijo...

Epaaa! Silviooo!!! No me actualizó el link de esta entrada, que pasó? Bueno, no importa, acá estoy.
Georgina me hizo acordar a una vecina, que el marido la enganchó metiéndole los cuernos en su propia casa y de un día para el otro a la mina se la tragó la tierra. Todos lo mirabamos con cara de lamatasteporputa? pero al tiempo la mina apareció casada, viviendo en san juan con ocho hijos más. Mientras ella la pasaba bomba, al pobre tipo lo miraban todos como a un Barreda. Me voy a la segunda parte. Un beso!

Silvio dijo...

8 hijos. No perdió tiempo la guacha.
Un beso!!

Marcelo Dance dijo...

En realidad a Georgina le importa poco y nada lo que le haya deparado el destino a Diana. Evidentemente está caliente con Fernando, probablemente por la imponente tonacidad muscular de sus bíceps y tríceps, anque esternocleidomastoideo, que contrastan con el alfeñique pelafustán de Pablo, al que ni siquiera su hijo le da bola.
Al ver mudarse a Fernando, Georgina ve sus ansias amorosas esfumarse como el humo de un sahumerio de Galería del Este, por lo que prefiere inventar un crímen, con tal de retenerlo un poco al boncha.
Se va la segunda…

Silvio dijo...

Marce.
No se, creo que el que estaba caliente era Pablo con Diana, pero que se yo estos tipos son un poco particulares.

Un abrazo.
Y ¿Viva Charlie, que hoy no defraude!