Un cuento, gestado bajo la agradable inspiración brindada por mis amigos Pablo R. y Fernando G. junto a sus respectivas parejas de entonces. Vaya también extensivo el reconocimiento a Alfredo “el director ingles” y a Mar del Plata, la ciudad en que siempre quise y aún anhelo vivir, la que transite tantas veces junto a la grata compañía de mi papá.¡Es un crimen perfecto!
¡Es un crimen perfecto!
Capitulo II
El lunes al mediodía, Pablo se encontraba en su estudio-oficina junto a otros compañeros, charlando animadamente de trabajo, preparándose para ir al bar de la esquina a almorzar; cuando la recepcionista de la oficina le notificó que su esposa lo buscaba.
- Páseme la llamada, señorita Cristina.
- Perdón Pablo, pero la Sra. Georgina se encuentra en persona, está en el hall, ruega si puede bajar urgente, debido a que necesita hablar con usted.
Pablo se disculpo con sus compañeros, dado que sospechaba que no podría almorzar con ellos; bajó los tres pisos por la escalera, ignorando el ascensor; en el hall de entrada al edificio, se encontraba parada, esperando, Georgina pálida como un papel.
- ¿Qué pasa? – Preguntó Pablo, entre sorprendido y abrumado. - Es terrible. Vamos en el coche, que encontré las pruebas que necesitaba, para afirmar que el bruto aquel mató, a la pobre e indefensa Diana. Ambos subieron al coche, que condujo Pablo atendiendo las directivas, que nerviosamente le suministraba Georgina. Por fin estacionó junto una coqueta casa ubicada en el barrio de los Troncos. La dama descendió presurosa del vehículo, mientras señalaba con su mano derecha un Renault 11 rojo subido a la vereda de la bonita casa. Al mismo tiempo preguntó.
- ¿Así que Diana se fue en su coche a Buenos Aires a visitar a algunos amigos? Y qué me contás de este auto, ¿lo conocés? El coche era igualito al de Fernando y Diana, pero Pablo dudaba, ya que había muchos coches parecidos al auto en cuestión; así se lo expresó a su esposa. Ella respondió enseguida, con ironía.
- Seguro en Mar del Plata hay un montón de R11 rojos con los vidrios polarizados; con la calcomanía “LAS MALVINAS SON ARGENTINAS” y otra que dice “LOS ARGENTINOS SOMOS DERECHOS Y HUMANOS”; encima con patente de Misiones. Pablo no lo niegues más es el coche de ellos. Voy a tocar el timbre para saber que hace aquí. Así lo hizo. Oprimió el timbre. Salio un hombre con unos bigotitos muy finitos de unos 45 años que saludó con cortesía. Muy nerviosa como estaba Georgina preguntó por el coche, lo cual en principio incomodó al hombre, pero ante la oportuna intervención de Pablo, el señor accedió a responder sobre la cuestión. - Lo compre apenas el jueves pasado, pero si tanto les interesa y lo pueden pagar, se los vendo.
- No, no nos interesa comprarlo, solo nos interesa saber a quien se lo compró y en que circunstancias. – Intervino Georgina.
- A ustedes que les importa! – Respondió ofuscado el distinguido caballero de bigotitos.
- No lo tome a mal. Ocurre que mi esposa está un poco confusa, dado que ese coche pertenecía a un vecino nuestro, el cual relató, partía a Mendoza, pero que no vendía el coche, sino que se iba con él. – Pablo abrevió la explicación.
- Mire le cuento. Un señor muy corpulento llamado Fernando Castelo me lo vendió muy barato, debido a que se iba, pero a Mendoza no; me dijo que se radicaría en la provincia del Chaco. Le repito esto fue el jueves; el tipo se tenía que ir, según me comentó, el mismo fin de semana.
No ahondaron más en el asunto, se despidieron del caballero ofreciendo las disculpas correspondientes. Dentro del coche fueron dialogando un poco nerviosos.
- Pasemos por la Cía de Fletes, a ver que nos dicen. – Ordenó Georgina.
Así lo hicieron. Pararon en la oficina de mudanzas, ya que ambos se acordaban de la dirección que estaba pintada en el camión que hizo la mudanza. Efectivamente los atendió el encargado, manifestando que el viaje al que se referían, se había hecho con destino a la ciudad de Resistencia.
Nuevamente en el interior del coche afirmó Georgina
- Viste, no queda ninguna duda, es un asesino, te convenciste ahora. Vamos a la comisaría de inmediato.
- Pará un poco; es muy prematuro, todo esto debe tener una explicación. Admito que es un suceso confuso, y hasta te diría, sospechoso; pero no nos debemos apresurar. Te propongo que esperemos unos días.
- Te das cuenta Pablo, si no fuera por mí, esto hubiese sido un crimen perfecto, ya que se mudaba y chau... nadie sospechaba nada; una nueva vida en otro sitio, con nueva esposa y quien te dice que en unos años, el muy bruto, no vuelva a hacer lo mismo. ¡Un crimen perfecto! Menos mal que lo descubrimos.
- Todavía no descubrimos nada; esperemos hasta el fin de semana. Si no hay novedades, yo te acompaño a la comisaría.
- Ok, si el viernes no tengo novedades, vamos; eh.
- Mejor esperemos hasta lunes. No nos apuremos. Alguna explicación debe haber.
Así quedo el acuerdo. Hasta el lunes iban a esperar, si no tenían novedades de Diana, juntos, iban a hacer la denuncia correspondiente.
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