A continuación transribo la nota escrita por el prestigioso periodista Cristian Viale, aparecida en el diario Pagina 12 de hoy.
No era fácil la jugada de Miguel Cantilo y Jorge Durietz. No es usual, para empezar, que un grupo –cualquiera sea su raíz– decida un retorno así: recrear, completo y tal como fue concebido, su primer disco. Más aún cuando ese disco fue hecho hace 40 años y bajo un contexto estético, social, y –sobre todo– técnico, que tiene tantos años como él. Patriada brava, sobre todo, porque muchas de esas canciones, dados unos tantos retornos, regrabaciones y vivos posteriores, variaron e impregnaron así en el imaginario: con más fuerza que sus versiones originales. De aquí, dos cosas: el esfuerzo puesto por el dúo en traducir los arreglos originales y reproducirlos con una orquesta sintética, pero afín –cuando “la sal” pasa más bien por sus interpretaciones libres– y, segundo, resignar la posibilidad de tocar clásicos altamente exigidos por el público –“Que sea el sol” fue una excepción– sólo por priorizar canciones que jamás, o cuanto mucho pocas veces, fueron tocadas en vivo, como “Tu soledad”. De ahí que el retorno de Pedro y Pablo, el miércoles en el Maipo luego de diez años de ausencia escénica, pueda leerse como un hecho original. No es poco para un grupo que, aun con sus idas y vueltas, sus intermitencias “históricas”, es de los que mejor atravesó generaciones, por presencia, en este largo devenir del rock argentino.
Y la sensación, dado el cuadro, fue de extrañeza. Aun con todo, fue de extrañeza. Lo que se vio –y se volverá a ver el próximo miércoles– no fue el dúo venal, austero, caliente y breve que se instaló como flor y nata del folk telúrico –una especie de Simon & Garfunkel argentinos–, sino dos tipos imbuidos en el pulso total de una orquesta. Metidos dentro, casi como dos piezas más de una máquina musical que reprodujo al dedillo el mandato de las partituras. Todo concienzudamente armado bajo las coordenadas de una “reedición inédita”: la del disco debut Yo vivo en esta ciudad completo y todos sus lados B posibles: los que de una u otra manera pudieron ser después –caso “Catalina Bahía” o “Solo cambiando tu mente”– y los que jamás habían sido –como “Candombe del más allá”, que incluso estaba sin terminar–. El retorno de Pedro y Pablo, entonces, no fue un tirarse a escena y dejarse fluir, como había sido tantas veces, sino la consecuencia exacta de un serio trabajo previo.
Bien, para dar con el fin hubo que someter diez, doce músicos al legado de Jorge Calandrelli, el responsable de los arreglos cuando a P&P le fue permitido grabar su ópera prima en la vieja CBS. Para cumplir con el objetivo hubo que poner una sección de vientos, otra de cuerdas, bajo, batería, teclado, bandoneón, set de percusión e incluso un fagot. Así fue, la del Maipo, una reproducción casi fiel de aquellas sesiones de grabación en las que originalmente habían participado Cacho Tirao, Ricardo Lew y Juan Carlos Cirigliano, entre otros. Una reinterpretación que, por momentos, pudo resultar muy prolija, demasiado pulcra, suave, “formal”, pero nunca superflua. Cantilo y Durietz, con sus estrategias vocales, sus energías personales que no obedecen órdenes de papel calentaron la situación. Al menos en ciertas canciones: “La marcha de la bronca”, por supuesto; pero también “Che Ciruja”, “Dónde va la gente cuando llueve”, “Asociación modelos argentinas” –con el dialoguito del medio incluido– o “Guarda con la rutina”. Otras, como “En este mismo instante”, ese bellísimo alegato antibélico que les cabe tanto a Vietnam como a Malvinas, o “Pueblo nuestro que estás en la tierra”, tal vez –dada la sujeción al arreglo– hayan perdido la crudeza y el sentimiento de otras versiones, como las que el dúo incluyó en el segundo de los dos antológicos discos en vivo de principios de los ’80.
Cualquiera haya sido el resultado vivencial para cada quien, es imposible negar el peso específico del grueso de las canciones de los primeros P&P. Indiscutible el talento de Cantilo como observador, crítico e intérprete de las realidades humanas. Incluso, puede que ciertas de sus músicas hayan quedado cortas ante sus letras. Indiscutible, también, la segunda latina de Durietz y sus fraseos vocales como complemento indispensable de este pequeño todo. El aura de P&P, pese al corsé –necesario– de la orquesta y el riesgo de volver al principio pasando por alto la historia, volvió a aflorar y fluir con varios de sus temas más significativos. Y el bonus: cuentan los anales que fue Horacio Molina quien los vio tocar en La Fusa –un pub de Punta del Este– y los recomendó para entrar en CBS. Bien, el cantante de tangos también estuvo esta noche, 40 años después, pero con el mismo brillo para despacharse con dos tangazos (“Malena” y “Garúa”) y compartir con su pollo Cantilo un bolero de su autoría. Pedro y Pablo, en suma, cantó sus 40 ante un teatro colmado, emoción colectiva al tono, y reconstruyendo con exactitud el momento del parto... como si fuera la primera lágrima de un niño cuando nace. Y su sonrisa posterior.
8 comentarios:
"Segundas partes no son buenas" Una frase que se puede aplicar con mayor o menor acierto tanto en la política como en la música.
Me desilusioné cuando regresó Almendra en 1980 (sonaban más a Weather Report que al Almendra original), más aún con Manal (De hecho siempre preferí a Manal sobre Almendra) cuando lo escuchaba jadear a Javier Martínez y decirle a Alejandro Medina seguí vos loco que no puedo más.
En cambio me deleité cuando vino Moris de su periplo español en 1980, porque traía una polenta de la San Puta, canciones nuevas, y el show que dio en Obras le hubiera dado envidia a Jerry Lee Lewis o a cualquiera de esos payasos rocanroleros que trajeron a la Argentina, años después, por el solo hecho de darles unas vacaciones en el geriátrico.
Me desilusioné un poco cuando volvió Serú en el '92 (Se comentaba que tenían pensado volver este año...), y realmente sentí vergüenza ajena (pero mucha) cuando vi una foto de Los Gatos modelo 2007 y ni te digo cuando los escuché cantar “La Balsa” una canción de la que Nebbia renegó por décadas. (Business are Business, Loco! (como diría Sydartha Kiwi, el yogi interpretado por Diego Capussoto)).
Un par de veces fui con cierto beneplácito a uno de los tantos y eternos regresos de Vox Dei. Volvieron tantas veces, que es como si nunca se hubieran ido.
Y hace poco sentí algo muy similar a la tristeza cuando lo ví a Charly García en vivo en Luján.
Esto demuestra a las claras que hay momentos en la vida de un artista que para no dar “penita ajena” lo mejor sería retirarse y vivir de recuerdos...
No quiero pincharte el globo Tano, porque Cantilo y Durietz son dos de los tantos próceres de nuestro Rock Nacional (como Moris, Nebbia, Pajarito, Tango, Abuelo, etc...), pero en lo personal, prefiero seguir escuchando sus versiones originales.
Un abrazo grande!
"Que poco ha cambiado nuestra onda,solo cambiaron un poco nuestros cuerpos",como dirían los Enanitos verdes.
40 años y al mundo lo siguen manteniendo "Repodrido y dividido en dos".Me gustaba y me gusta cuando la música también es vehículo de expresión.
Seguiremos cuarenta,cuarenta y cuarenta,y Pedro y Pablo seguirán en la bronca de nuestra memoria,por el puro derecho al pataleo.
En realidad,aparte de Mick Jaeger,creo que como los pistoleros ,hay que saber cuando es tiempo de sentarse a envejecer.
Pero a nosotros nos falta mucho,así que...UN,DOS,TRES..
Gusto en saludarte.
Marce.
El primer recital que fui a ver solo en mi vida fue en el 80 u 81 en Obras a Moris (vestía una remera rayada) y tenía una polenta tremenda pero desafinaba como loco. Me acuerdo cuando amagó a cantar "De nada sirve" pero simplemente toco un par de acordes y repitió un par de veces "De nada sirve, de nada sirve..." y todos exitados nos quedamos con las ganas de continuar la canción emblema. Así que comenzamos a cantar "Seva a acabar, se va a acabar..." En fin Moris un capo. Pero lo que yo mamaba de chiquito era a Manal pero no recuerdo por que no fui a la "reunión" era muy pibe, mucha vida por beberme de un trago.
Pedro y Pablo junto a Manal y Pappo es la banda musical de mi vida.
Voy a verlos con ganas de pasar un buen momento, y de cagarme de risa cuando digan "Que me corten el pelo a la fuerza en un coafer de seccional" y ajiten sus descabellados craneos, como lo hacían años anteriores cuando el pelo extra largo poblaban sus cabezas.
Bueno Marce me movilizaste.
Un abrazo.
Pelicano. Me sorprende gratamente tu conocimiento del Rock del otro lado de la cordillera. Se me ocurre que Pedro y Pablo mucho a Chile no fueron.
Saludos
Silvio.
Los melómanos buscamos hasta que encontramos,como bien lo sabrás.Y como el rock por estos lados no fué muy prolífico que digamos,había que conseguirlo en donde estuviese,y Argentina es la capital del rock latinoamericano desde que don Lito compuso la primera canción rock en castellano.Pedro y Pablo fueron muy populares entre el pueblo mas o menos culto,aunque no recuerdo si alguna véz se apersonaron por estos lares.En las emisoras de provincia su música se sigue escuchando con cierta frecuencia.En casa la tenemos toda,(revisaré si es "toda").En Chile hay verdadera devoción por los compositores del rock Argentino,de hecho no hay discoteca personal que se precie que adolezca de un Almendra,Serugirán,Los gatos,etc.
Aunque también tenemos lo nuestro,el peso que le dá el espíritu del tango al rock de ustedes,es inigualable.
Chao loco.
Nada que ver... pero ustedes parecen dar muestra de que algo saben... busco desde hace un rato una canción argentina que uno de sus versos decia "En el bar
estabas tu
el día en que yo te conoci
detras de un mostrador..."
Quien la canta?... donde la encuetro? he encontrados versiones más bien maluendas...
Besos perdidos...
Eso si Tano, tengo que reconocer por lo que escuché hace un par de años atrás (y no creo que haya cambiado mucho) Miguel Cantilo sigue teniendo un registro vocal y una afinación de Puta Madre!
Vaya Tano! Disfrúte y depués hágase una reseña en el blog!
Un abrazo!
PD: Todavía conservo en vinilo Pappo's Blues Vol. II, Vol. III y mi favorito "Triángulo". Que Grosso el Carpo!!!
El vinilo del doble de Manal lo vendí en el Parque Rivadavia allá a mediados de los 80's, pero en uno de mis últimos viajes a Baires me traje un doble de Manal y Vox Dei "Obras Cumbres".
Me olvidé! A ese recital de Moris hacía referencia. Me acuerdo que estábamos todos parados en las sillas en la platea y los turros de Obras encendieron las luces!
Y Moris decía: "Se paran, se sientan, se paran, se sientan!!!"
Ja! Ja! Ja! Una locura!!!
A mi la que siempre me mató fué "El mendingo del Dock Sud" y "El Oso" por supuesto.
Mr.Dance
No se si será por que fue al primer recital que fui, o porque otra cosa, pero lo recuerdo con mucho cariño. Aparte en esos momentos ir a ver a Moris era ver a Lennon a Presley, no sé pero era inimaginable que anden por Baires estos tipos que solo los conocíamos por los que te contaban los “mayores”, por la revista Pelo o por sus ya viejos discos. A la distancia debo reconocer que muchos de los temas que tocó eran malísimos como “El rock de las Vocales”, pero cuando peló El oso, Pato trabaja en una carnicería, El mendigo del sur, Mi querido amigo Pipo, etc. Creo que lloré, no podía creer que era parte de esa fiesta.
Pappo debe ser el artista que más extraño, con Osvaldo Soriano.
Un abrazo. Y mucho Rock and Roll.
PD Te digo que cada vez percibo que nos gusta la misma música. Si te digo que muero por Aute me crees?
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