Siendo yo un pibe, mi itálica madre me nutrió de las bondades del pensamiento socialista, al fin y al cabo su padre y hermanos los promovieron tanto en el viejo, como en el nuevo continente. En cambio, mi padre nunca manifestó simpatía por ningún ideal, solo mencionó alguna vez, con cierto orgullo, ser pariente lejano de Paulino Scarfo; aquel anarquista fusilado en la Buenos Aires de los años treinta, junto a Severino Di Giovanni.
Habrá sido por esto, que siempre sentí simpatía por el movimiento anarquista, que hizo pie en la argentina de principios del siglo pasado.
En estos días, los medios reflejan hasta la saturación, la conmemoración del 20 aniversario de la caída del muro de Berlín, pero yo, que a menudo voy a contramano, quiero recordar enfáticamente el centenario de la muerte del coronel Ramón L. Falcon a manos del joven anarquista ruso Simon Radowitzky.
La primera vez que advertí este episodio fue en la secundaria, cuando un compañero me prestó un libro de tapa roja de Osvaldo Bayer titulado “Los anarquistas expropiadores, Simon Radowitzky y otros ensayos” o algo así. Hace poco se lo comenté a mi excompañero, en la actualidad bancario; no recordó haber leído el libro en cuestión.
El asunto es que el 9 de noviembre de 1909 un joven ruso y judío, de unos 18 años, hizo volar por el aire con una bomba, tal cual era costumbre en los atentados anarquistas de esa época, al todopoderoso Coronel Ramón L. Falcón y a su secretario, a la salida de un acto en el cementerio de la recoleta, como venganza por la terrible represión realizada unos meses antes, por el militar, contra obreros, que en un nutrido acto en la plaza Lorea, recordaban a los anarquistas muertos en EEUU por luchar para lograr la reglamentación de las 8 horas diarias de trabajo..
El sicario Ramón Falcón había sido el más eficiente colaborador del Gral. Roca en el exterminio de los pueblos originarios de ésta parte de América. Machista recalcitrante, fue el responsable principal de la represión contra las mujeres mayormente inmigrantes, que se negaban a pagar aumentos por el alquiler de las piezas que ocupaban en los conventillos, casi miserables.
Luego del atentado exitoso, el joven Simon salvó su pellejo al demostrar que era menor de edad, por lo cual, “solo” lo condenaron a prisión perpetua. Después de intentar varias veces fugarse, fue confinado al terrible penal de Ushuaia, donde permaneció por muchos años. En ese inhumano sitio también intentó fugarse, a tal punto, que en una ocasión logró llegar a Chile, pero en Punta Arenas fue sorprendido y entregado nuevamente al “penal del fin del mundo”.
Para ésta época en Bs. As., se llegaron a ver pintadas en las calles que decían “Libertad a Simón” consiguiendo, el anarquista ruso, una inusual popularidad.
En abril de 1930 el presidente Hipolito Yrigoyen firmó el indulto, pero el gobierno, al estar muy debilitado, no pudo liberarlo inmediatamente, entonces Simón fue trasladado a Uruguay donde quedó en libertad, hasta que un golpe militar lo obligó a dirigirse a España, donde combatió junto a los republicanos, pero con el triunfo de Franco, nuevamente debió trasladarse; esta vez a Francia, para desde allí embarcase a México, donde se radicó definitivamente para trabajar de obrero, además de dictar conferencias y charlas junto a sus compañeros de ideas, hasta su muerte en aquella ciudad en 1956.
Habrá sido por esto, que siempre sentí simpatía por el movimiento anarquista, que hizo pie en la argentina de principios del siglo pasado.
En estos días, los medios reflejan hasta la saturación, la conmemoración del 20 aniversario de la caída del muro de Berlín, pero yo, que a menudo voy a contramano, quiero recordar enfáticamente el centenario de la muerte del coronel Ramón L. Falcon a manos del joven anarquista ruso Simon Radowitzky.
La primera vez que advertí este episodio fue en la secundaria, cuando un compañero me prestó un libro de tapa roja de Osvaldo Bayer titulado “Los anarquistas expropiadores, Simon Radowitzky y otros ensayos” o algo así. Hace poco se lo comenté a mi excompañero, en la actualidad bancario; no recordó haber leído el libro en cuestión.
El asunto es que el 9 de noviembre de 1909 un joven ruso y judío, de unos 18 años, hizo volar por el aire con una bomba, tal cual era costumbre en los atentados anarquistas de esa época, al todopoderoso Coronel Ramón L. Falcón y a su secretario, a la salida de un acto en el cementerio de la recoleta, como venganza por la terrible represión realizada unos meses antes, por el militar, contra obreros, que en un nutrido acto en la plaza Lorea, recordaban a los anarquistas muertos en EEUU por luchar para lograr la reglamentación de las 8 horas diarias de trabajo..
El sicario Ramón Falcón había sido el más eficiente colaborador del Gral. Roca en el exterminio de los pueblos originarios de ésta parte de América. Machista recalcitrante, fue el responsable principal de la represión contra las mujeres mayormente inmigrantes, que se negaban a pagar aumentos por el alquiler de las piezas que ocupaban en los conventillos, casi miserables.
Luego del atentado exitoso, el joven Simon salvó su pellejo al demostrar que era menor de edad, por lo cual, “solo” lo condenaron a prisión perpetua. Después de intentar varias veces fugarse, fue confinado al terrible penal de Ushuaia, donde permaneció por muchos años. En ese inhumano sitio también intentó fugarse, a tal punto, que en una ocasión logró llegar a Chile, pero en Punta Arenas fue sorprendido y entregado nuevamente al “penal del fin del mundo”.
Para ésta época en Bs. As., se llegaron a ver pintadas en las calles que decían “Libertad a Simón” consiguiendo, el anarquista ruso, una inusual popularidad.
En abril de 1930 el presidente Hipolito Yrigoyen firmó el indulto, pero el gobierno, al estar muy debilitado, no pudo liberarlo inmediatamente, entonces Simón fue trasladado a Uruguay donde quedó en libertad, hasta que un golpe militar lo obligó a dirigirse a España, donde combatió junto a los republicanos, pero con el triunfo de Franco, nuevamente debió trasladarse; esta vez a Francia, para desde allí embarcase a México, donde se radicó definitivamente para trabajar de obrero, además de dictar conferencias y charlas junto a sus compañeros de ideas, hasta su muerte en aquella ciudad en 1956.
Viví muchos años en el barrio porteño de Liniers donde habita una calle que sin inmutar a los habitantes de la ciudad se denomina Cnel. Ramón L. Falcón. Me da bronca... mucha bronca y pena.
Del monumento que hay en Recoleta en "honor" al sádico asesino no quiero ni hablar, prefiero leer el grafiti que se manifiesta en la base.
"Simón Vive"
7 comentarios:
Por lo menos en esta página Simon esta vivito y coleando.
Aqui los generales asesinos han vivido impunes, disfrutando de los bienes robados y beneficiando a varias generaciones de hijos del ladron.
Cuando un grupo trato de hacer de Simon solo lograron que en el vidrio roto del mercedes blindado el general viera la imagen de la virgen...
Colericos besos... viva Simon
Con 20 años y un aerosol en la mano, todos somos anarquistas!. Y a mi a esa edad, me tocó el comienzo del Punk-Rock vernáculo, con lo que cualquier símbolo de la A rodeada por un círculo era bienvenido. En esa época se me dio por leer algunos manifiestos anarquistas y panfletos de reuniones que no sé si se habrán llevado a cabo.
Pero en realidad, y sobre todo los chicos de hoy, pocos saben de anarquismo. Un movimiento bastante paradójico de por si. Ya que expresa como principio la no coacción, o sea el hacer lo que uno quiere sin amenazar o violentar a otra persona o cosa, y sin embargo, los anarquistas han perpetuado cientos de atentados que cobraron vidas, justificados ideológicamente o no.
Eso me recuerda a las imágenes del Che Guevara enarboladas por barras bravas de clubes de fútbol, como si el Che reivindicara la Marihuana, la Cocaína, el Paco o la delincuencia porque si, y no por hambre ó necesidad. Lamentablemente el Che está muerto como para preguntarle.
En fin, citando una vez más al pensador marplatense Norberto “Llamarada” Eresuma coincido en que “Entre Simón Radowitzky y Ramón L. Falcón, me quedo con Perón”
Salutti!
Silvio... Falcón era un "cara´e Roca" (Humor cordooobés)
Saludosssssssssssss... Bocha
Antonia.
Aqui también los generales vivieron y viven impunes, vivendo engordar sus novillos.
Marce.
¿Como es el asunto?¿El Che no tocaba con Marley en los Wailers?
Bocha.
Falcón fue un Forro muy peligroso de Roca. Que estuvo bien muerto.
¡Viva Simon!
Y Garfunkel.
Y quién dijo que ese es el monumento al Coronel Falcón. En el pedestal dice clarito de qué se trata esa obra… y la municipalidad no se toma el trabajo de arenar el mensaje porque su silencio esta vez no es hijo de la inacción sino que forma parte de la historia.
D.
Bueno, acá voy a disentir, mi amigo Silvio.
A mi entender, el asesino no distingue ideologías. Es tan criminal el que lo hace desde la legalidad, como el que lo hace desde las sombras. No es cierto que el terrorismo de estado es peor que el terrorismo civil. El terrorismo, es estrictamente lo que, y valga la redundancia del mente, etimológicamente nos dice la palabra. El terror, no identifica razones.
Tan asesino como Falcón, es Simón. No hay "jóvenes idealistas" cuando se trata de imponer con atentados una ideología que no necesariamente tiene que ser compartida, aunque si respetada. Eso de que "el fin justifica los medios" a mi humilde entender, y usted perdone si difiere en esto conmigo, JAMÁS es aceptable. Venga de donde venga. Besu!
Si no hubiese explotadores y gorilas que se abanican con el aire de los pulmones de las clases más humildes,no habria bronca,no habria bombas,no habria luchas,Falcones ,ni Simones...Que aburrida sería esta porca vida.
SALUDOS.
PD.
Tenía linqueada tu blog en mi lista ,y de pronto se borró ("error de página").No se me ocurre como reestablecerlo.
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