Reformar los estilos, según las oportunidades con que se cuenten, es evolucionar; o bien, involucionar. Los ejemplos abundan.
Cortazar reformó la manera de escribir cuentos; con su modo tan particular produjo una evolución, que enriqueció a la literatura.
Carlos Menem reformó el modo de gobernar; e instalado en la cima del poder lideró un proceso de involución popular, que nos llevó a la desorientación como pueblo, a tal punto que nos creímos que era más importante una comunicación telefónica por celular, que saludar a un amigo.
Nos confundimos todos, algunos más que otros. Muchos pensaron que una batidora eléctrica comprada en cuotas en Garbarino, era más importante que preservar un arbusto de la Plaza Ciudad de Baff del barrio de Versailles.
Así nos tergiversaron la existencia.
Algún día nos harán creer que los “indios” que poblaban América precolombina eran unos salvajes, bárbaros, sin cultura; hasta estoy convencido, que filmarán películas con ésta temática; muchos lo creerán, vivirán con ésta absurda y falaz concepción de la historia.
Lo que sucede a diario, relatos de lo cotidiano, de lo fantastico. Los anhelos, los recuerdos, lo que vemos, escuchamos, tocamos, degustamos, olfateamos.
La vida, el amor, la musica, los colores.
El llanto, la risa, los estímulos, las criticas.
La amistad, el futbol, la niñez.
La vida, el amor, la musica, los colores.
El llanto, la risa, los estímulos, las criticas.
La amistad, el futbol, la niñez.
martes, 15 de julio de 2008
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