El ropero se ha transformado en un fabuloso flipper, ahora llamado pinball. Las manijas toman formas de hongos luminosos, sus movimientos se tornan frenéticos, enardecidos; ratones van y vienen presurosamente surcando el mobiliario en todas direcciones, el espectáculo es veloz, vertiginoso, vital. La transpiración empapa todo mi cuerpo. Mi frente se moja al mismo tiempo que mi lengua se seca. Necesito beber agua, pero tengo miedo de solicitarla. ¿A quién se la puedo requerir? El tipo se instaló en mi pieza. Su barba, su túnica y todo su aspecto lo describiría como muy particular. ¿Será un amigo de papá? ¿Por qué se instaló allí? ¿Por qué me mira? Sus juguetes bélicos teledirigidos llegan al borde de mi cama, para luego desvanecerse. Son armas, o simplemente juguetes. ¡¿Qué carajo son?! Quizá me quiere hacer daño, solo desea comunicarse o no tiene donde ir. ¿Es un amigo de Jorge? Sus cochecitos comandados por control remoto pululan por todo el cuarto; pero eso sí, no me tocan. Realmente me asusta con intensidad su iguana. El color verde fluorescente de su cuerpo la hace resaltar en el espacio que se mueve con agilidad en torno del intruso; nunca se aleja de él.
El sueño, la deshidratación y la sed me tumban. Con el extraño apostado en mi pieza no puedo dormir, tengo miedo, por lo tanto busco trasladarme a otra habitación continua.
Reinstalado en otro cuarto mi mente se aclara un poco. La tranquilidad parece llegar. Dura muy poco, ya que al cabo de unos minutos de oscuro remanso; manos de relucientes y centellantes colores vivos entran a través de la puerta de ingreso a la pieza, asomándose a mi vista para enseguida retirarse. ¿Será el hombre barbado que me envía señales? Puede ser brujería. Poco a poco dejo de sentir miedo, la situación se torna placentera. La lluvia de colores me entusiasma, de las mencionadas manos comienzan a desprenderse manchas multicolores que quedan flotando en el aire, para luego lentamente con movimientos ondulantes, caer al piso hasta desvanecerse. El espectáculo es hermoso, cautivante. Las manchas se multiplican geométricamente, se mezclan con campanas, columpios, caretas; todas coloridas, brillantes, luminosas, se desplazaban lentamente flotando en la atmósfera. Creo que me siento feliz. Digo creo porque no se si es un sueño. Pero no estoy dormido, no se si estoy vivo. Por fin, al cabo de un prolongado tiempo las hermosas manchas, columpios, etc. como rosas multicolores adornando una comparsa de carnaval, van mermando su protagonismo hasta que parecen evaporarse. Casi desaparecen, se esfuman.
Es esporádico pero cada tanto, respondiendo a ninguna ingesta, alguna manchita violeta, fucsia, índiga o dorada cae lentamente, como una hoja abierta de papel deslizándose perezosamente desde las alturas, hasta ser devorada por la corteza del mundo.
Lo que sucede a diario, relatos de lo cotidiano, de lo fantastico. Los anhelos, los recuerdos, lo que vemos, escuchamos, tocamos, degustamos, olfateamos.
La vida, el amor, la musica, los colores.
El llanto, la risa, los estímulos, las criticas.
La amistad, el futbol, la niñez.
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La amistad, el futbol, la niñez.
domingo, 22 de junio de 2008
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1 comentario:
Tano. Que tomaste.
´je jeje
Salutte.
Fredy..
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